Nuestro distintivo de ser pentecostal

Rodney Boyd y Miguel Morales

Este artículo es el tercero de una serie que da orientación al ministerio del Servicio de Educación Cristiana.

Distintivo… Insignia, señal, marca o característica que sirve para diferenciar. Hay varias cosas que sirven como distintivo. Por ejemplo, el gafete o distintivo identifica al portador como participante de un evento o miembro de una organización o empresa. La etiqueta Pentecostal también nos distingue de un evangélico que no es pentecostal. Es importante reconocer que la etiqueta Pentecostal no garantiza que la persona sea pentecostal.

Para usar el verdadero distintivo de ser pentecostal, la persona y la organización deben cuadrar con el perfil bíblico, teológico y ministerial. Solo que hay otros factores prácticos que afectan nuestro entendimiento de lo que significa ser pentecostal. Por ejemplo, las costumbres y tradiciones de la iglesia donde nos formamos, o los requisitos o reglas de la organización, sean explícitos o implícitos, pueden enmascarar las más nobles cualidades. Por otro lado, los valores aunados a los principios de las Asambleas de Dios se integran al perfil teológico para enriquecer la manera en que nuestra organización define ser pentecostal.

Los misioneros pioneros y primeros líderes, apasionados por evangelizar, reconocían también la importancia de la formación ministerial y la incluía en su estrategia: Evangelizar, Formar obreros, y Plantar iglesias. Dios bendijo sus esfuerzos con avivamientos en tiempos diferentes en casi todos los países de habla hispana, y con crecimiento impresionante en la cantidad de iglesias y obreros, lo cual ampliaba la necesidad de formar a más obreros.

El ministerio del Servicio de Educación Cristiana, fundado en 1960, ha crecido y expandido en los subsecuentes años. La alta cantidad de obreros que se están formando en la enorme red de institutos, extensiones y aulas en nuestro continente demuestran el compromiso con y el afán de formar obreros. La formación ministerial que ha sido componente integral de la estrategia de la iglesia también ha llegado a ser una marca vital de nuestro distintivo pentecostal.

El SEC es un ministerio dirigido por valores y principios. Siguen vigentes los valores que nos guiaban en el principio. Dios nos ha bendecido como organización, no solamente por mantenernos firmes en los propósitos y valores, pero especialmente por ministrar bajo la unción del Espíritu Santo. De los cinco valores esenciales que nos marcan – Formación integral, distintivo pentecostal, accesibilidad, propiedad y unidad – es nuestro distintivo de ser pentecostal que nos impulsa.

NUESTRO DISTINTIVO DE SER PENTECOSTAL

Las Asambleas de Dios nació en los países de habla hispana en América Latina y el Caribe por impulso misionero-pentecostal. Cuando se formó las Asambleas de Dios en los EE.UU., el Espíritu Santo se mostró activo llenando a su pueblo, empoderando personas para ser testigos para Él, y llamando a muchos al campo misionero. El acta de la primera reunión del Concilio en Hot Springs, Arkansas indica que el motivo principal para organizarse era para facilitar el mover misionero. Luego, se añadió la tarea de formación ministerial como prioridad gemela.

¿Cuáles son las características o evidencias de nuestro distintivo de ser pentecostal? ¿Qué nos marca como movimiento del Espíritu Santo? ¿Cómo se aplica a nuestros programas de formación ministerial?

Bautismo en el Espíritu Santo

La experiencia del bautismo en el Espíritu Santo era la base de su llamado para los misioneros pioneros. Ellos creían que el Espíritu iba a prepararlos y obrar en ellos como misioneros. Ellos predicaban el mismo mensaje y los primeros convertidos recibían el mismo poder y expectativa. El bautismo en el Espíritu Santo y el hablar en lenguas como la evidencia física inicial era y sigue siendo la base tanto de la vida cristiana como del ministerio.

El bautismo en el Espíritu Santo no es simplemente resultado de la búsqueda de una experiencia, sino que es el principio de una vida y un ministerio empoderado. En el libro de Hechos, el escritor Lucas establece la correlación entre el derramamiento del Espíritu Santo y el poder para testificar. Las últimas palabras de Jesús en la tierra incluían las de Hechos 1:8, “Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Luego en Hechos 4:31, se cuenta, “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios”. La Nueva Traducción Viviente traduce la última frase, “predicaban con valentía la palabra de Dios”.

Las tres partes del patrón de Hechos 1:8 y de 4:31 siguen igual para hoy:

1. Buscar (orar, esperar)
2. Recibir (bautismo, llenura del Espíritu Santo)
3. Predicar (testificar, ministrar) con poder (valentía)

El creyente pentecostal de hoy puede y debe esperar la misma experiencia, y no en una sola ocasión. El Apóstol Pablo nos anima en Efesios 5:18, “Sed llenos del Espíritu” como un estado continuo y constante.

¿Qué significa para nuestros programas y escuelas de educación cristiana? ¿Que el instituto bíblico debe tener como requisito que sus maestros estén bautizados en el Espíritu Santo? ¿Para los maestros la iglesia? Abogaríamos por la respuesta sí, en los dos casos. Cualquier iglesia de las Asambleas de Dios debe tener la experiencia del bautismo del Espíritu Santo como meta principal de su programa de discipulado.

Obviamente, ser bautizado en el Espíritu Santo no será un requisito para los hermanos que participan como estudiantes en clases de escuela dominical o ciertos programas de discipulado. Sin embargo, otra vez abogaría por requerir que los estudiantes que ingresen en la escuela bíblica estén bautizados en el Espíritu Santo. Hace 20 años atrás no nos hacíamos estas preguntas. No se cuestionaba este requisito. Aun así, hemos observado una tendencia peligrosa en las últimas décadas. La cifra básica que nos define como pentecostales, el porcentaje de creyentes bautizados en el Espíritu Santo, ha bajado cada década. Es urgente cambiar esta peligrosa tendencia. Estamos convencidos que como líderes y pastores debemos volver a dar énfasis, aun insistir en dejar tiempo en nuestros cultos y programas para buscar y recibir la llenura del Espíritu y ministrar en su poder.

Comunión con el Espíritu Santo y dependencia de Él

Nosotros creemos en el sacerdocio del creyente que afirma que no se necesita un sacerdote humano para buscar el perdón o hablar con Dios. Tenemos un Gran Sacerdote que siempre intercede por nosotros. Además, por la obra salvífica de Jesucristo, se rompió la cortina y ahora tenemos pleno acceso al Lugar Santísimo, a nuestro Padre Celestial. Así, cada creyente tiene la oportunidad y responsabilidad de aprender a acercarse a Dios para escucharlo, obedecer y depender del Espíritu Santo. Esta espiritualidad no solo está disponible para todos, sino que es lo que Dios espera observar en todo creyente.

El bautismo en el Espíritu Santo le da al pentecostal la alta sensibilidad del obrar de Dios en la vida diaria y ministerio. Ahí entra la práctica de hablar en lenguas, pero ahora en las lenguas privadas. Hay lenguas que operan en contextos públicos que son para la edificación del cuerpo de Cristo. Pero, también hay las lenguas privadas que son para la edificación de la persona. Es un lenguaje celestial para adoración e intercesión. Cuando hablamos en lenguas en nuestra cámara de oración, el Espíritu Santo ayuda al pentecostal a lograr mayor intimidad con Dios. Ya que es el Espíritu que habla por medio de nuestra lengua, nuestro espíritu puede enfocarse en Dios y escuchar su voz.

Es importante recordar que la oración es comunicación de dos vías. En los ricos tiempos de adoración y oración, habrá momentos de silencio para reflexionar y dejar al Espíritu oportunidades para hablarnos, a veces en suaves susurros.

En la formación cristiana que es pentecostal se reconoce el primer deber del creyente y del obrero es aprender a escuchar la voz del Espíritu Santo, comprometerse a obedecerla sin condición y desarrollar la dependencia absoluta de Él. Nuestra formación pentecostal tiene base, desde el principio, en la creencia en el bautismo en el Espíritu Santo y en el llamado universal del creyente al servicio. El Espíritu Santo le da a todo creyente poder y dones para servir y ministrar.

¿Cómo se aplicaría esto a nuestros programas de educación cristiana? Hemos visto en las últimas dos o tres décadas la tendencia que las personas llegan a estudiar en el instituto bíblico con mejor preparación académica, pero deficiente en lo bíblico y ministerial. Por eso, fue necesario introducir una nueva materia en la reforma del Plan Básico de 2009 al pensum del Nivel Ministerial. La materia M1102 Desarrollo integral de líder tiene la descripción, “Un trato de la formación espiritual del líder, las cualidades de ser líder, el llamado y la obra ministerial, y el desarrollo continuo”. Utiliza dos libros de texto que son excelentes: La vida que siempre ha querido por Juan Ortberg y F.O.R.M.A. – Conociendo cuál es el propósito que Dios te ha dado a ti en esta tierra por Erick Rees. El libro de Ortberg trata las disciplinas espirituales: Oración, lectura bíblica, fidelidad a su iglesia, etc. El libro de Rees trata los dones, talentos y personalidad de la persona y el llamado al ministerio.

La materia es muy excelente. Sin embargo, se debe enseñar en la iglesia local. La necesidad más grande que tenemos en nuestro programa de formación ministerial de habla hispana es fortalecer el programa de discipulado en la iglesia local para acrecentar el conocimiento bíblico, teológico y ministerial de los que van para estudiar en las escuelas bíblicas.

Rol imprescindible del Espíritu Santo en la vida y el ministerio del creyente

Además, por la obra del Espíritu Santo, “las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2ª Co. 5:17). El Espíritu Santo mora en nosotros y Él comienza a sembrar y cosechar su fruto en nuestras vidas: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Ga. 5:22-23). Además, Él nos bendice con dones espirituales que nos habilitan para servirle a Él, a su cuerpo y un mundo desesperado sin Él.

A veces, tomamos como común el desarrollo del fruto del Espíritu Santo, o peor error, como producto automático de ser pentecostales. Sin embargo, cultivar el fruto del Espíritu Santo es resultado de la misma relación íntima con Jesús – más de Él y menos de mí. Y esa experiencia es la base de una relación íntima con el Espíritu Santo.

A través de la llenura del Espíritu Santo recibimos poder para ser testigos de Jesucristo. Además, cuando practicamos estar en la presencia del Espíritu Santo, la sensibilidad se aumenta, no solamente de su presencia, pero también de la operación de los dones que Él nos imparte para servir la diversidad de ministerios. 1ª Pedro 4:10 dice, “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios”. La NTV dice, “Dios, de su gran variedad de dones espirituales, le ha dado un don a cada uno de ustedes”.

El creyente pentecostal aprende como depender del Espíritu, y no de su propio talento o conocimiento, y como ministrar en el poder del Espíritu. La iglesia pentecostal reconoce y aprecia la diversidad del ministerio e igualmente de los dones espirituales.

¿Cómo aplica la diversidad de ministerios a nuestro programa? El programa de formación ministerial debe responder a las necesidades actuales que existen en la iglesia. En las primeras décadas de nuestro programa, el enfoque era capacitar a pastores. El Nivel Ministerial, expresado en los diferentes esfuerzos nacionales de institutos y seminarios bíblicos, ha existido para preparar a pastores según la necesidad.

La mayoría de nuestros países ha experimentado uno o más avivamientos que resultabas en crecimiento numérico de la cantidad de iglesias y en la expansión de la red de los institutos. La cantidad ha triplicado en los últimos 20 años, debido principalmente al fenómeno de extensiones, anexos y aulas. La cantidad de estudiantes ha aumentado también de 25,000 en el año 2000 hasta casi 45,000 el año pasado.

El factor principal que explica el aumento estudiantil es la ola de laicos que desean formarse. Aunque en algunos países se hayan resistido ese fenómeno, por lo general, nuestros bíblicos reciben y abrazan a estos nuevos ministros aspirantes. La diferencia es que no tienen llamado a ser pastor. No obstante, sí tienen llamado a servirle al Señor y a ejercer sus dones espirituales.

Nosotros como líderes y pastores tenemos que reconocer que el Espíritu está llamando nuevos ministerios para atender necesidades en nuestras comunidades. En el año 2009 se aprobó el Nivel Especializado y actualmente se ofrecen siete programas de especialización: Ministerio pastoral, ministerio juvenil, misiones, ministerio infantil, educación cristiana, plantación de iglesias y ministerio universitario. Es capacitación particular que el Espíritu está activando para los nuevos ministerios. Nuestro desafío más grande es seguir implementando los nuevos programas de especialización en nuestros institutos bíblicos.

Llamado individual universal al servicio

Otro distintivo pentecostal desde el principio ha sido la creencia que Dios ha llamado a todo creyente servirle a Él. Por el avivamiento y el crecimiento subsecuente, los fundadores de las Asambleas de Dios en los diferentes países se enfrentaban con la obvia realidad y urgente necesidad de capacitar nuevos pastores lo más pronto posible. No existía ninguna brecha entre ministro y laico en el principio. En la iglesia verdaderamente pentecostal, la brecha debe ser mínima. Sí, la iglesia aprueba y aparta a algunos como ministros aprobados y acreditados. Sin embargo, lo hace en pleno reconocimiento que todo creyente tiene ministerio y ha recibido dones para habilitar su ministerio.

Sin duda, el enfoque de este llamado es el servicio. Sin embargo, desde la perspectiva de una persona marginada que llega a conocer al Señor, nuestra creencia en el llamado individual al servicio y las múltiples oportunidades que se le ofrecen en cualquier iglesia de las Asambleas de Dios, afirma tanto el rol del Espíritu Santo en potenciar servicio como el lugar y valor de la persona en los propósitos de Dios. Cuando pensamos en nuestros humildes principios, recordamos que las Asambleas de Dios comenzaba en las barriadas más pobres. Para una persona pobre y marginada, oportunidades para servirle a Dios en la iglesia simbolizaban la alta e importante participación que el creyente pentecostal puede ocupar en el plan de Dios.

¿Qué lugar ocupa el llamado individual universal al servicio en nuestro programa? La alta participación en y el enfoque práctico de nuestro programa de formación ministerial son evidencias suficientes de que nosotros afirmamos el llamado individual universal. El vacío que observamos queda en la primera línea de la batalla que es la iglesia local. La iglesia local debe tener un programa bien completo de discipulado, enseñando a todo creyente que todos sirven. El equipo de liderazgo – pastores, diáconos y líderes de ministerios – deben cumplir con su rol de equipar a esos ministros. La obra nacional debe reconocer la importancia de ese nivel de servicio por cuanto es el semillero para todo obrero.

El SEC, a través del Nivel Iglesia Local, podría asesorar esta primera línea de batalla a desarrollar un programa internacional de capacitación para el obrero local que la iglesia nacional podría usar como requisito para la primera credencial. Así, las Asambleas de Dios, iglesia pentecostal, afirmamos que el Espíritu sigue llamando y potenciando a todo creyente participar en el gran plan de Dios para alcanzar el mundo para Cristo.

Conocimiento y compromiso con la sana doctrina bíblica y pentecostal

Desde el principio, los misioneros pioneros ponían énfasis en el conocimiento y compromiso con la sana doctrina bíblica y pentecostal. El primer pensum del instituto bíblico tenía base en el reglamento local y en los cursos breves, enseñanzas que servían como estándares de doctrina cristiana pentecostal y guía para la conducta y fe del creyente.

El apóstol Pablo instruyó a Timoteo en 2ª Timoteo 2:15, “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”. La NTV dice, “Esfuérzate para poder presentarte delante de Dios y recibir su aprobación. Sé un buen obrero, alguien que no tiene de qué avergonzarse y que explica correctamente la palabra de verdad”.

La gran meta es presentarnos a Dios de tal manera que recibimos su aprobación. El versículo sugiere que requerirá esfuerzo y diligencia personal, alto conocimiento y uso recto de la Palabra de Dios, y compromiso con obedecerla y vivirla. El conocimiento y compromiso con la sana doctrina bíblica y pentecostal son resultado de cumplir con el consejo de 2ª Timoteo 2:15.

¿Dónde entra la sana doctrina en nuestro programa? La evidencia del sello de aprobado será la fidelidad del producto, de generación a generación. ¿Tenemos el mismo compromiso que teníamos hace décadas? Mantengamos los mismos altos criterios de 2ª Timoteo 2:15 para cualquier nivel de servicio para el Señor. Seamos obreros aprobados, con conocimiento y compromiso con la sana doctrina bíblica y pentecostal. Aquí, volvemos a nuestro distintivo de ser pentecostal.

CONCLUSIÓN

Las Asambleas de Dios es más que una marca o denominación de iglesia; es un mover del Espíritu Santo. Nuestro programa de formación ministerial en casi todo nivel refleja esta naturaleza.

El lema de ISUM habla bien por el SEC y todos sus niveles: Conocimiento y fervor. No es el uno sin el otro. Conocimiento sin fervor omite la dinámica del Espíritu que activa y aplica el conocimiento. Fervor sin conocimiento deja al obrero no aprobado, avergonzado porque no maneja bien la Palabra de Dios. Conocimiento y fervor juntos, en equilibrio pone al obrero en el lugar más seguro donde el Señor lo puede usar. Es nuestro distintivo de ser pentecostal – bautizado, empoderado, conectado, llamado, involucrado y comprometido. ¡Eso es ser pentecostal!

Por favor, piense en los siguientes interrogantes y compartir sus observaciones:

¿Piensa usted que se podría agregar otro distintivo?

¿Tendría una sugerencia práctica para hacer nuestro programa de formación ministerial aun más pentecostal?

¿Es importante mantener el balance entre conocimiento y fervor?  ¿Cómo se logra?

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